La Tuberculosis, una enfermedad milenaria
Martes, Marzo 28, 2017
Tisis, mal del rey, peste blanca, plaga blanca: tuberculosis. Son algunos de los nombres que ha recibido una de las enfermedades más antiguas de la Humanidad, estimándose que existe hace más de 15.000 o 20.000 años.
La tuberculosis es una enfermedad mortal e infecciosa causada por microbacterias (Mycobacterium tuberculosis) que compromete principalmente a los pulmones, pero puede afectar a los sistemas: nervioso central, linfático, circulatorio, genitourinario, digestivo; a los huesos, articulaciones y la piel.
En la historia de la Humanidad la tuberculosis tumbó en un lecho de muerte a ricos y pobres, hombres y mujeres; y hasta los arqueólogos sospechan que ha sido la causante de ciertas deformidades en los restos de vértebras encontradas en momias de faraones egipcios y en huesos humanos que datan del Neolítico.
No obstante, escuchar su nombre nos traslada a los siglos XVIII y XIX. Probablemente porque en esos años la enfermedad se extendió en las urbes atestadas de gente que comenzaba a radicarse allí debido al desarrollo industrial, ciudades caracterizadas por las precarias condiciones habitacionales y laborales, por sus primitivos sistemas sanitarios y otros factores de riesgo que tan bien fueron ilustrados por el arte y las obras literarias del S. XIX. Esta enfermedad fue la principal causa de muerte entre 1850 y 1900, sobre todo en la clase obrera.
Pero la tuberculosis no ha sido eliminada, por el contrario, los casos han aumentado desde la década de los noventa y hoy, ante la aparición de 2 cepas muy resistentes, es considerada una pandemia mundial. Por ello la OMS tiene el firme objetivo de erradicarla este siglo, ya que es posible gracias a los tratamientos existentes y a una vacuna accesible.
El primer científico que logró dar el paso inicial fue el microbiólogo alemán Robert Koch, cuando el 24 de marzo de 1882 anunció el descubrimiento de la bacteria que causa la enfermedad: Mycobacterium tuberculosis. Fue el producto de una larga investigación que desarrolló casi en secreto en su laboratorio, en épocas en que los países europeos batallaban con tenacidad por mayores logros en el campo de la medicina y por obtener ventajas en sus investigaciones.
Koch descubrió una sustancia que podía prevenir el crecimiento del bacilo tuberculoso pero no develó su preparación hasta 1891, cuando presentó la “tuberculina”, que a pesar de no haber sido efectiva, llevó a que Berlín se plagara de médicos afanosos por estudiar el descubrimiento del bacilo, a que se realizaran las primeras pruebas en humanos y que la ciudad fuese asediada por una cantidad de enfermos que reclamaban una cura.
Para fines del siglo XIX la causa de la “tisis” seguía sin conocerse y los tratamientos no eran eficaces: sangrías, enemas, eméticos, entre otras cosas. Luego de la tuberculina los investigadores comenzaron a buscar vacunas que lograran la inmunización. Fueron esta vez los franceses Albert Calmette y Camille Guérin (que trabajaban en el Instituto Pasteur de Lille), quienes en medio de la Primera Guerra Mundial y la ocupación alemana de la ciudad llevaban adelante cultivos experimentales sin pausa. Finalmente, en 1919 lograron su cometido: hallaron el bacilo de Calmette-Guérin, popularmente conocido por las siglas que dieron nombre a la vacuna: BCG, considerada por muchos como la primera vacuna del siglo XX.
En 1974 la BCG fue incorporada en programas de inmunización de la OMS para diferentes países en riesgo y actualmente se aplica en la mayoría de los países del mundo con una única dosis de 0.1 ml en recién nacidos.
Síntomas de tuberculosis pulmonar
· Dificultad respiratoria
· Dolor en el pecho
· Tos (algunas veces con expectoración de moco)
· Expectoración con sangre
· Sudoración excesiva, especialmente en la noche
· Fatiga
· Fiebre
· Pérdida de peso
· Languidez
*En 1982 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Pulmonares patrocinaron el primer Día Mundial de la Tuberculosis con el objetivo de educar sobre las devastadoras consecuencias de la tuberculosis.
Fuente: Área de Comunicación Institucional del Hospital de la Baxada